El tiburón ballena es el tiburón más grande del mundo – ¡es realmente el pez más grande del mar! Así como los seres humanos tienen huellas digitales, los tiburones ballena tienen un diseño único de manchas que permite identificar a cada individuo. Filtran el plancton microscópico por medio de sus enormes branquias. La distribución de los tiburones ballenas indica dónde hay plancton y funciona como un indicador de la salud del océano y los ecosistemas.
WWF ha venido trabajando en colaboración con las autoridades mexicanas y las organizaciones locales para contrarrestar las amenazas a las que se enfrentan los tiburones ballenas. Utilizando un enfoque multidimensional, WWF combina la ciencia y la investigación con la concienciación y las alianzas público-privadas para optimizar las mejores prácticas de los operadores de turismo y los turistas, garantizar la buena gobernanza y el cumplimiento de los reglamentos, y monitorear a la población de tiburones ballena.
El tiburón ballena es una delicadeza en muchas partes del mundo. Se pagan precios muy altos por sus agallas, su carne y su aceite. La demanda en los mercados internacionales es alta y el tiburón ballena se siguen pescando para satisfacer esta demanda, especialmente en aquellas áreas en donde las pesquerías no están reglamentadas o no se acatan los reglamentos.
Las malas prácticas de pesca son una amenaza para el tiburón ballena, cuando los métodos de captura afectan, de manera no intencional, a esta especie. A estos hechos se les llama “pesca incidental” y cuando ocurren, se lesiona o se mata al animal.
Los desechos marinos, incluyendo latas, bolsas plásticas y botellas muchas veces van a dar a los océanos y otros cauces fluviales, con lo cual se pone en riesgo a los tiburones ballena, ya sea porque se enredan en ellos o porque ingieren esta basura tóxica que no pueden digerir.
El desarrollo costero ha degradado el hábitat marino que sustenta la salud de las poblaciones de tiburones ballena. El incremento en el turismo y el tránsito de embarcaciones también interrumpen sus hábitos alimenticios y les causan lesiones cuando éstos colisionan con las embarcaciones y sus hélices o cuando las personas que nadan y los buzos se acercan a ellos.
Mediante las mediciones realizadas en los últimos 45 años se ha logrado demostrar que las temperaturas promedio del agua se están incrementando, y se espera que esta tendencia aumentará. A medida que el agua se calienta, se afecta la distribución de las especies, incluyendo las larvas y el plancton de los cuales se alimenta el tiburón ballena. Todos los animales de la cadena alimenticia se enfrentarán a la amenaza de los ciclos cambiantes y el cambio de ubicación de sus alimentos. Aunque es difícil hacer predicciones precisas, es muy probable que ocurra un impacto considerable en los tiburones ballena.